Desde la desaparición de sus padres, María Peligro (Leticia Vetrano) vive como si nada hubiese pasado, como si sus presencias siguieran allí, en su pequeña y pulcra casa.
Perpetuando los gestos de su vida cotidiana, ocupa sus días con la obsesiva ilusión de preservar lo que se fue; hasta que una nueva fecha de cumpleaños, en la que cansada de que los recuerdos la invadan, decide transformar su triste historia.
Una habitación con su respectiva cama, dos viejos retratos colgados de una pared, patines para no rayar el piso, una silla y un gigante paquete de regalo es su diminuto mundo, desde donde juega e intenta salir a ese fuera.
De una soledad y de universos creados va a ir esta obra, donde Vetrano utiliza el clown y su destreza física para mostrarle al espectador sus pesares y lugares.
La falta de palabra para contar enfatiza la gestualidad y la corporalidad de su protagonista, que logra perfectamente transmitir esas emociones que pretende. Su habilidad acrobática refuerza esa multiplicidad de cosas que recae en ella a la hora de pisar la escena.
Porque si bien el espacio es despojado, sin demasiados elementos, esa sinteticidad de objetos, hace que lo suyo se construya desde la acción. Y así logra hacer reír, y también emocionar. Una profundidad interesante con la que explora, y explota, Vetrano en este clown, que entra en empatía, y simpatía, de inmediato con su público.
María Peligro nació luego de que la actriz realizara un curso de Creación en L'Espace Catastrophe, de Bélgica, para un número que debía presentar en un work in progress, como finalización de su estudio.
Ficha técnica:
Actriz: Leticia Vetrano.
Guión: Leticia Vetrano.
Dirección: Micheline Vanderpoel.