Fina (Ingrid Pelicori) y Feli (Rita Terranova) comparten sus vidas en una lujosa mansión en el Delta del Tigre, ¿o acaso es en Niza? Ellas son medias hermanas, dos mujeres que viven en su propio mundo, en el que se mezclan realidad y fantasía. Están solas, pero con ellas habitan a diario recuerdos, reproches y los fantasmas del pasado, quizá para no hacer tan monótona su cotidianeidad. Vidas, que a pesar de sus muchas diferencias, se necesitan la una a la otra.
En esa antigua casa de río, el tiempo parece detenido y eterno en los años 50. La atmósfera envuelve en un realismo mágico, con la puesta y el vestuario bellísimamente acorde en tonos pasteles, en lo que hace a la época.
Es este límite entre la fantasía y lo verdadero, las actrices se mueven con soltura, dándole cuerpo a dos personajes que son, cada una, el alter ego de la otra. Potencias que parecen retroalimentarse en diálogos intensos, en una relación que transparenta también buena química entre ellas.
Francisco Javier, su director, plasma bien lo que quiere contar, e inclusive se dio el gusto, como él mismo lo dice, de incorporar a la obra un pequeño pasaje de “El jardín de los cerezos”, de Anton Chejov. Un parelismo homenaje correcto en una especie de narración contigua.
Pasiones, delirios místicos, crímenes irresueltos, secretos y pequeñas crueldades conforman “Sol de noche”, para su segunda temporada en el Teatro Cervantes.
Ficha técnica:
Actores: Pablo Arias, Emma Ledo, Ingrid Pelicori, Rita Terranova.
Dirección: Francisco Javier.
Guión: Cristina Escofet.