¿Qué pasa cuando el tiempo se
condensa en los últimos momentos de vida con la relación entre un padre (Pablo Gasparri) a punto de morir y su hijo (Julián Belleggia)? ¿Cuál es el final
cuando el pasado se hace presente y arremete de lleno entre estos dos hombres?

Hay mucho que a ellos los une,
pero también demasiado que separa y aleja. Los viejos fantasmas y algo que se
añora pero nunca sucedió. Deseos y fantasías en la ceremonia del adiós.

Christian Lange escribió y dirige
este drama intenso para momentos íntimos, esos que logra crear gracias a las
excelentes interpretaciones de sus dos protagonistas.

El vínculo entre padre e hijo se
hace verdad por la química en escena que hay entre Gasparri y Belleggia,
quienes, con cada gesto, silencios, miradas y diálogos expresan lo que el alma
de sus personajes siente. Y atrás, ese transfondo que nunca se termina de decir, pero en el aire se
siente estar. Minucioso y detallado trabajo, para una puesta profunda.

Una relación filial llevada al extremo
para un momento de la vida de ambos en que a veces todo se torna difícil de
juzgar, y varias preguntas quedan pendientes.